MUY BUENA

PELÍCULA / POR NETFLIX

Primero, una advertencia: si sos sensible ante las escenas violentas, te diría que tomes recaudos. “Las plagas de Breslavia” es una gran película, pero su director Patryk Vega no ahorra en el gore y desde el primer momento golpea al centro de las emociones. Hecha la salvedad, este film polaco de 2018, recuperado y “estrenado” por Netflix hace pocas semanas, se ha convertido en una de las estrellas del streaming en medio de la pandemia, no sólo en Argentina, sino en países como España e Italia, donde también quedó entre los favoritos.

La película comienza con una escena en un mercado de Breslavia (Polonia), donde encuentran el cadáver de un hombre dentro de un pellejo de cuero de toro. Cuando logran sacarlo se descubre que tatuada a fuego, en el vientre, la víctima tiene escrita la palabra “degenerado”. A partir de ese momento, a diario, el asesino perpetra sus sangrientos ataques siempre a la misma hora, las 18. Y todas las víctimas llevan tatuados sus “pecados”: el estafador, la mentirosa, el corrupto...

Vega imprime una potencia devastadora en las imágenes. Y se vale para ello de la fuerte presencia de sus dos protagonistas, la atormentada detective Helena Rus (Małgorzata Kouchowska) y la incansable perfiladora criminal Magda Drewniak (Daria Widawska) quienes mantienen una carrera contrareloj para encontrar al homicida.

La fuerza femenina de la película es evidente y bienvenida. Además de las investigadoras, una médica forense y una periodista conforman el cuadro principal sobre el cuál va desarrollándose el nudo a lo largo de 93 minutos.

Los crímenes, se explica, rememoran lo sucedido dos siglos antes en la misma zona, cuando un verdugo se encargó de ajusticiar a quienes corrompían a la sociedad. Así, las investigadoras emprenden un juego laberíntico con este copycat siempre pensando que a las 18 se darán con otro cadáver horriblemente mutilado. Vega aprovecha el recorrido para mostrarnos una ciudad que en 2006 fue incluida en la lista de la Unesco del Patrimonio Mundial y que formó parte del imperio alemán hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Es imposible no comparar la película con “Pecados capitales”, el laureado filme de David Fincher con un jovencísimo Brad Pitt, el siempre correcto Morgan Freeman y Kevin Spacey. La diferencia la hace sin duda la calidad de las actuaciones y sobre todo la logística y producción que imponen los filmes de Hollywood.

Una vuelta de tuerca al promediar “Las plagas de Breslavia” realza la intriga y el interés. En la meca del cine saben detectar si un material promete y no tienen problemas en apropiárselo y hacer su propia versión como sucedió, por ejemplo, con “La chica del Dagrón Tatuado”, más allá de que el resultado final haya sido un fiasco. Por eso, no sorprendería una remake estadounidense, sobre todo porque el filme de Vega, como no podía ser de otra manera, deja un final abierto y perturbador…